domingo, 4 de noviembre de 2012

La de la mala suerte


Viernes 21 de septiembre de 2012
Hace varios días que estoy sin escribir, no sé porque, pero hoy tengo muchas ganas de hacerlo. 
Ayer, cuando estaba en la cafetería con Fabiola y Ulises, me encontré a Christopher. Todos los jueves me lo encontraba, pero nunca se acercaba solo me decía hola.
 En la tarde, cuando llegué a mi casa de la universidad, recibí un mensaje de texto de él, diciéndome que me invitaba mañana a ir al cine. Obviamente hubiera aceptado, pero mañana no podía, ya que tenía que ir a Querétaro a ver a mis padres. Un poco desilusionada le respondí a Christopher: "¡Hola! mañana no puedo Chris, pero que te parece si lo dejamos para otro día". No sé cuantas veces cancelé el mensaje para que no se enviara, ya que en el fondo de mi corazón no quería perder esta oportunidad. Pero no podía cambiar todos mis planes por una simple cita. Al fin me animé y lo envié. En menos de dos minutos ya me había contestado. Rápidamente me fijé y decía: "No te preocupes nena (amaba que me dijera así) ya tendremos tiempo para vernos. Espero que te diviertas mucho con tus padres. Te mando muchos besos".
Cuando terminé de ver el mensaje, me sentía más enamorada que antes.

Sábado 22 de septiembre de 2012
Por fin se ha llegado el día de ver a mis padres.
Me apresuré a preparar mi equipaje, ya que eran las seis de la mañana y mi primo Antonio me había dicho que salíamos a las siete, pero yo era un poco lenta para arreglar mis cosas, cuando salíamos de viaje. Faltaban 15 minutos para la hora acordada y mi primo me habló para avisarme que ya nos íbamos. Salí corriendo y me subí al coche, en cual se encontraba Paola, esposa de mi primo. Saludé muy cordialmente, a pesar, de que no es de mi agrado. Al poco rato mi primo intentó encender el carro, pero no lo consiguió. En ese momento, lo único que pensé fue en Christopher ¿porque rayos tuve que cancelar mi cita? Antonio se bajó del carro, abrió el cofre e intentó ver qué pasaba, pero pues no tenía ni la menor idea. Paola y yo nos bajamos del coche. Mi primo le habló al mecánico, después de una hora llegó. Les explicó lo que tenía el auto. La verdad yo no entendí nada, lo único que logré percibir fue que estaría listo hasta mañana. En ese momento me sentí muy triste, ya no vería a mis padres y tampoco a Christopher.

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